miércoles, 27 de agosto de 2008

It's not the SAME




Lunes. 4 am. Nequi se levanta para ir al baño y ¡pumba! Cae desmayada en la cocina. Bartolo se desespera pero no pierde la compostura. Llama al SAME. En 3 minutos un médico se apersona en el lugar. La trasladan a Nequi al Hospital Ramos Mejía. Placa de cabeza, de frente y de perfil. No tiene nada, dicen. Qué novedad, dicen. El médico le recuerda a Nequi que si tiene prepaga no da que use los recursos del sistema de salud pública. Es discriminación, dice Nequi, yo pago mis impuestos. Salen del Ramos Mejía. Tiempo total: 25 minutos.
Horas más tarde, recordando las palabras del doctor Neurus, Bartolo la lleva a una clínica privada. Los atienden en el mostrador: hay mucha demora, dice la recepcionista. Sufrió un desmayo con pérdida de conocimiento, retruca Bartolo. Bué, le pongo prioridad, contesta la chica. Nequi no habla. Bajan al subsuelo: junto a ellos hay una treintena de personas con dolencias varias. Bartolo levanta presión. Intercepta a un médico y le susurra el caso. Los hacen pasar a un box. La mandan a hacer una tomografía. Suben a Planta Baja, entrada Santa Fe. Esperan. Mucho. Le hacen el estudio. No tiene nada, dicen. Qué novedad, dicen. Salen de la clínica privada. Tiempo total: dos horas.
Paga un dineral por mes. Se pregunta si no será cierto que no tiene nada en la cabeza.

Apéndice: 20 hs.del lunes, suena el portero. Médico, dicen. Debe ser el que me manda el trabajo, piensa. Entra el doctor Curetta. Cuénteme qué le pasó. Nequi relata pormenorizadamente lo sucedido. El médico escucha, mira algo confundido. Y ahora qué le pasó, pregunta. Nequi no entiende. Nada, dice, pedí médico para que me justifiquen las faltas. Ah, debe haber habido un error, reflexiona el galeno. Tengo aquí anotado que tengo que ver a un masculino de 20 años, me debo haber confundido. Y Sí, doctor, piensa, al menos que el golpe me haya hecho olvidar que me llamo Ernesto y tengo 13 años menos.

Tachame la doble


Bueno, a los que esperaban por Nequi, acá está. Tarde pero seguro, me tomé unas semanitas para rascarme panza arriba y disfrutar de la vida como merezco. Sin embargo, tuve que soportar un trago amargo una noche de viernes, como paso a contarles.
Había decidido ir con Bartolo a comer algo rico por San Telmo. Me acordé entonces de Burzako, un restó muy bonito que se especializa en cocina vasca. Pocas mesas, luz tenue y una copita de Patxarán solían ser la marca registrada del lugar. Pero hete aquí que llegamos y, si bien las mesas y la luz seguían siendo escasas, lo era también la atención. 25 minutos de espera a pico seco, para que finalmente nos armaran un lugarcito pegados a una viga que poco contribuía a la comodidad que uno necesita para entrarle a un pulpo. 15 minutos más para que el mozo nos tomara la orden y otros 15 para que trajera los boquerones que pedimos de entrada. Sin contar que se equivocaron nuestros platos, les sirvieron el pedido a un par de infelices que comieron lo ajeno sin decir ni mú y nos quisieron conformar con dos fetas de queso de máquina y otras dos de jamón crudo. En fin...
Ni que decir de la tarta de manzana con zanahoria rallada de Mamá Racha que le sirvieron a Marta Paste el día que decidimos tomar juntas el té y que nos costó $19 la porción.
Para redondear: hay que ir a lo seguro. Café con leche con tres medias lunas en Varela, Varelita o un un menú de $20 y comé a reventar, comé.